miércoles, 8 de octubre de 2014

Saludando desconocidos

Ayer paseamos un ratito con la abuela, por las calles colindantes a su casa. Bastante gente se ha acercado para saludarla y felicitarla, puesto que era su santo. Santa Roser. Y ella, muy educada, les devolvía el saludo, les agradecía la felicitación y continuaba caminando, cogida de mi brazo, con paso lento pero seguro. Estoy totalmente convencida que no sabía quienes eran, todas ésas personas que la saludaban. Sé que no las ha reconocido, aunque ella hacía como que si. Gente de toda la vida, que se dice. Gente a la que ha atendido muchas veces en la panadería, gente con la que ha coincidido en la calle, personas con las que ha podido hablar de todo o de nada en particular... y que ahora le son unos desconocidos.
Al regresar a casa, ha pasado por nuestro lado un señor mayor en silla de ruedas. Una mujer de mediana edad lo empujaba mientras charlaba animadamente con otra mujer más joven que caminaba a su lado. El señor mayor estaba como ido, fijando la vista al infinito. De pronto, justo cuando pasábamos por su lado, mi abuela ha saludado con grandes aspavientos al pobre señor. "¡Adios, que tenga un buen día!", le ha dicho, con el brazo levantado para remarcar el saludo. El hombre ha continuado su camino, sin pararnos atención. Las mujeres que lo acompañaban han mirado a la yaya con cara de póquer y han vuelto a su conversación al cabo de nada. Mi abuela, muy triste, me ha comentado: "pobre muchacho, era muy simpático cuando era jovencito!".
Me encantaría saber a quién es capaz de reconocer y a quién no. ¿Cuales son los parámetros que marcan el cerebro?

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